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9 de julio del 2007. Cae nieve en Monte Grande

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8.7.08

Discurso de CFK que sorprendió a muchos


“No acepten lo habitual como cosa natural, pues en tiempo de desorden sangriento, de confusión organizada y arbitrariedad consciente, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer imposible de cambiar”.
Bertolt Brech

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner sorprendió anoche gratamente a los militares. No sólo porque les anticipó un aumento salarial del 19,5 por ciento, sino porque hizo una suerte de reivindicación que las conducciones de las Fuerzas Armadas esperaron por mucho tiempo: expresar desde el máximo nivel político que no sólo ellas tuvieron responsabilidades en los golpes de Estado.


La mandataria prometió, además, que no volverá a referirse a cuestiones vinculadas con esa etapa del país. ?Espero que sea la primera y última vez que hable de este tema?, dijo la Presidenta en su discurso durante la tradicional cena de camaradería de las Fuerzas Armadas, que se desarrolló en el Edificio Libertad, sede de la Armada. Concurrieron los 200 oficiales más importantes del país y buena parte del Gobierno, incluido el vicepresidente Julio Cobos, con quien la Presidenta se reencontró después de varios enfrentamientos surgidos por fuertes diferencias en el conflicto con el campo.?

Cuando hubo que hacerse cargo de todo, no lo hicieron [se refería a los civiles]. Y solamente quedaron ahí las Fuerzas Armadas, como si fueran las culpables de todo. Esto no quita responsabilidades, pero coloca las cosas en su justo término histórico. Fueron civiles los que impulsaron las interrupciones como las de marzo del 76?, afirmó Cristina Kirchner. El mensaje no es para tomar a la ligera. La Presidenta buscó en el discurso de anoche definir los lineamientos de su política militar. Entre ellos, mirar hacia el futuro y no detenerse en el pasado. Horas antes, en la CGT, había recordado la figura del abogado laboralista Norberto Centeno, desaparecido durante la dictadura, en 1977. Esos recuerdos parecería que no volverán a ser expuestos ante oídos militares.

Habló la Presidenta, entonces, de los derechos que quiere hacer valer de los militares, como el acceso a la vivienda o equiparar los aumentos salariales del área castrense con los otorgados en el resto de la administración pública. Por eso, en este caso, el incremento salarial tendrá un valor real del 19,5%. "Tengo que anunciar este aumento porque los jefes me dijeron que si no, no me van a dar de comer", ironizó la Presidenta para, en la primera frase de su discurso, eliminar el suspenso que había alrededor del incremento salarial.

El discurso dejó de lado lo que iba a ser el foco de la noche: el reencuentro tras 20 días entre Cristina Kirchner y el vicepresidente Julio Cobos. Saludo a Cobos
Apenas llegó, la Presidenta se saludó afectuosamente con Cobos, a quien el Gobierno había bombardeado por su posición en el conflicto con el campo. Cobos también sorprendió en la noche. Esta vez, porque rompió el protocolo y apareció en la cena con su esposa, Cristina Cerruti. Algo inesperado, al punto de que ni el esposo presidencial, Néstor Kirchner, asistió a la comida. Quizás esa presencia ayudó a suavizar la mesa.

También para diluir la posible tensión entre las dos principales figuras institucionales el protocolo militar armó una mesa central con muchos invitados. Entre la Presidenta y el vicepresidente se ubicó, a modo de zona neutral, al jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, brigadier general Jorge Chevalier. A la derecha de Cristina Kirchner se sentó la ministra de Defensa, Nilda Garré, y completaron los lugares el teniente general Roberto Bendini (Ejército); el almirante Jorge Godoy (Armada); el brigadier general Normando Costantino (Fuerza Aérea); el presidente provisional del Senado, José Pampuro; el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, y el secretario legal y técnico, Carlos Zannini.

La presencia de Néstor Kirchner nunca estuvo prevista en el Edificio Libertad. Sí, en cambio, la del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, un duro crítico de Cobos. Fernández prefirió dejar su asiento para que una rencilla política no empañase lo que el Gobierno pensó como un día de acercamiento fuerte al mundo militar. El ministro de Justicia, Aníbal Fernández, otra voz que castigó al vicepresidente, se acercó a éste para brindar frente a las cámaras.

Más allá de este obligado encuentro con Cobos, después de que voces de la Casa Rosada atacaron al mendocino, la semana pasada, el ambiente militar que rodeó a Cristina Kirchner en su primera cena de camaradería fue bastante más relajado que aquellos densos climas que rodearon las comidas de su esposo.

Claro que Néstor Kirchner casi ni dirigió la atención a los militares, salvo cuando los utilizó para algún reto público que subiese su popularidad cuando los gritos eran sinónimos de autoridad. La Presidenta, en cambio, tuvo su noveno encuentro con militares en ocho meses de gestión y con varios proyectos castrenses en desarrollo.

El conflicto con el campo sobrevoló la velada. Los uniformados estuvieron más interesados en sus salarios que en discusiones ajenas. "Por suerte estamos fuera de esto. Aunque todo vaya peor en las rutas, la reglamentación de la ley de defensa es muy clara y sólo podemos actuar ante una agresión exterior proveniente de una fuerza militar extranjera, así que no nos metemos ni nos pueden meter", señaló un oficial que conoce el pensamiento de las cúpulas. Anoche, los militares analizaban el mensaje presidencial y, al menos entre plato y plato, no le encontraban fallas.

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