Apenas fue................. ayer?

SER ARGENTINO ES INSALUBRE
Fecha de archivo: Diciembre 2001

Por Jorge Barraza

Los saqueos duelen más que las bombas: impactan directo al alma, corroen el espíritu. Las imágenes de miles de compatriotas rompiendo y robando todo lo que encuentran a su paso son desgarrantes. Hasta no hace mucho (las conocimos en 1989, en el gobierno de Alfonsín) uno las creía propias de Sudán, Etiopía, Bangladesh... Pero son de la Argentina, un país inmenso, que llegó a ser el cuarto más rico del mundo a principios del siglo pasado. Hoy es el cuatrocientos cuarenta y cuatro.Un hombre se llevaba como botín cinco cajas gigantes de té; tiene té para los próximos diez años. Otro cargaba una cinta de correr, de esas de los gimnasios. No debe saber ni cómo encenderla. Otros más arrasaban con fideos, escobas, aceites, shampoo, lo que la excitación le permitiera tomar primero. Un policía que supuestamente debía estar impidiendo la rapiña, se guardó un lote de gaseosas en el patrullero. Porque es una tarea que produce mucha sed. El cuadro patético de la Argentina de hoy.Hace décadas, fue el primer productor de alimentos del mundo. Un país lleno de petróleo, minerales, ganado, con una de las praderas más grandes y fértiles del planeta -la pampa-, ríos enormes, miles de kilómetros de costa marina, selva, desiertos, los interminables bosques, lagos y montañas de la maravillosa Patagonia, un territorio pleno de ciudades bellísimas y pueblitos deliciosos.Decía el tío Goyo, un simpatiquísimo venezolano: "Yo odiaba a los argentinos por engreídos; todo el día hablando grandezas de su país. No lo soportaba. Hasta que en 1958 visité por primera vez la Argentina. Y me dije: ¡con razón hablan con tanto orgullo! Quedé deslumbrado. Buenos Aires era más bonita que París, con cantidades de avenidas elegantes, limpisima, gente culta y bien vestida, mujeres preciosas, una comida sabrosísima, abundancia en todo sentido. Era la perla de Latinoamérica".Poco queda del país que el tío Goyo conoció. Hoy hay cinco millones de indigentes (gente que no tiene que comer), otros ocho o nueve debajo de la línea de pobreza, y recién entonces comienzan los humildes, la clase media baja... El saqueo político devastó la nación. Se robaron todo. La clase polìtica es de terror. Y no está compuesta por ingenieros, arquitectos, economistas, industriales. No, son gente de escasa preparación. O abogados. ¡Abogados...! Se desindustrializó el país. Y ahora queda un escenario paupérrimo de miseria, ignorancia e intolerancia. Porque además el argentino no es manso. Una simple maniobra desacertada con el auto en la calle puede derivar en una pelea feroz. Golpear a la policía es un deporte aceptadísimo. Puede haber muertos en la cola para comprar entradas de un Boca-River, de un recital... Parece un lugar sacado de la civilización.Carlos Bianchi, después de muchos años de residir en Francia, retornó para dirigir a Vélez Sarsfield. Y, como siempre, fue muy agudo: "A la gente habría que pagarle por vivir en la Argentina, porque es dramático". Está envuelta en un sino trágico esta tierra. No hay seguridad. Lo que es peor, no hay paz, la angustia no deja vivir ni a los que tienen mucho. Y no existe el respeto, pilar fundamental de la vida en comunidadPero no existen muchas otras cosas. Virtualmente no existe la ley, ni el orden, ni la policía, ni la justicia. Es común que cuando detienen a un narcotraficante, a un banquero que quebró y dejó el tendal, o un político corrupto, declaren: "Yo creo en la justicia argentina". Lógico, ¿dónde van a encontrar una mejor? No funciona nada en la Argentina. La seguridad no asegura, los bancos no bancan, la sanidad no sana...Argentina es la delicia de la Casa Guiness. Tiene récords imbatibles. En 1989, la inflación rebasó el 5.000 por ciento. El riesgo país acaba de superar los 4.700 puntos, superando a Nigeria, el segundo más complicado, por casi 2.000. Hay muchos más.A Fernando De la Rúa, "un centímetro cuadrado de hombre" según lo describiría Roberto Arlt, lo sacaron en helicóptero de la Casa Rosada. Cavallo está escondido de las hordas que lo esperan para lincharlo. El centro de la otrora rutilante Buenos Aires está alfombrado de vidrios, palos, caños, vallas rotas, objetos quemados. Hay humo, hay miedo y hay verguenza. Rostro fiel de la Argentina de hoy.Se perdió el concepto de patria. Y la inteligencia. Los argentinos se averguenzan del gaucho y de sus tradiciones; ahora festejan "haloween". Y la idiotez les pasa la factura.Nos quedan la foto de Gardel pegada en el ropero, el tango y el fútbol. Y el dolor de ya no ser...