“No acepten lo habitual como cosa natural, pues en tiempo de desorden sangriento, de confusión organizada y arbitrariedad consciente, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer imposible de cambiar”.
Bertolt Brech
lidarios En el centro de El Impenetrable
Patricia Sosa viajó al Chaco para colaborar con la dura realidad de la comunidad de Villa Río Bermejito
Perdidos en la inmensidad de El Impenetrable, los caciques y sacerdotes de la comunidad toba de Villa Río Bermejito les pedían ayuda a sus dioses para evitar el exterminio de su gente. La amenaza, tan silenciosa como letal, no era otra que el hambre desesperante que se había apoderado del lugar. Y así, mientras echaban azúcar al fuego entre rezos, la señal llegó en forma de canción, desde un auto que se perdía muy a lo lejos: "... Y te amaré, y te amaré..." Inmediatamente, los hombres y mujeres se acercaron hasta el pueblo tarareando esos compases para averiguar quién los cantaba. Y alguien les habló de Patricia Sosa. "Hay cosas que Dios hace por algo", dice muy convencida esta cantante, en diálogo con Comunidad, cuando cuenta lo que sintió al conocer esta historia y explica por qué, esta vez, decidió ofrecer a otros mucho más que su talento. "Muchos me dijeron: ¿Hacete la tonta, esto es demasiado para vos. No te están pidiendo una ayuda para un chico que no tiene una silla de ruedas. ¡Te están pidiendo salvar a un pueblo!, pero no me dio el alma para hacerme la tonta." Así, hace pocas semanas, Sosa atravesó el mismísimo Impenetrable con una delegación de 20 voluntarios para llevarles cuatro camiones repletos de donaciones recolectadas por ella. Allí estuvo 72 horas, adentrándose en la vida y las costumbres de esta comunidad indígena de 350 personas. Pero ese fue sólo el comienzo, no sólo porque en estos días volverá a viajar con la misma delegación y un grupo del Gobierno con objeto de solucionar el grave problema habitacional que padecen. Sino también porque, cuando lo logre, se propone sumarse a otras causas. Para eso nació su flamante asociación civil llamada Pequeños Gestos. -¿Cómo se contacta finalmente esta comunidad con vos? -Hace algunos meses alguien les dijo que yo iba a dar un recital en Córdoba, y fueron hasta ahí y me dejaron una carta. La cacique, Paxi, me pedía 1500 pesos, porque ella había juntado donaciones en Córdoba y un camión le hacía el viaje por esa plata. Y yo le podía dar los 1500 pesos, pero intenté generar conciencia. Conté en mi blog qué pasaba y en 24 horas junté 3500. De gente que fue a tocar el timbre a mi oficina. Dos días después me junté en Córdoba con la cacique. Porque quería conocerla. Ahí me contó de su pueblo, me mostró fotos... la desnutrición, la piel pegada a los huesos, los niños llenos de granos, el pelo todo manchado por el agua con arsénico. Pero todo eso no fue nada en comparación con lo que vi después. Cuando le di los 3500 pesos, nunca vi un llanto tan agradecido. A partir de ahí supe que no terminaba mi tarea y me comprometí con ella a estar antes de la época de las lluvias. -¿Qué viste después? -Una vez allá hicimos una tienda sanitaria con unas lonas que habíamos llevado, y los médicos empezaron a curar todas las lastimaduras que habían, las pieles bichadas, llenas de gusanos por dentro; como duermen con la cabeza en el piso se les meten las lombrices, y los gusanos les provocan deformaciones en el maxilar… unas cosas tremendas. Mucho más allá de la desnutrición que a veces vemos por la tele. La mayoría de la población que supera los 30 años tiene tuberculosis. Un montón de embarazadas adolescentes con hepatitis. Niños con sarna de los pies a la cabeza. Yo debo haber sacado piojos de 50 cabezas. Me senté en un tronquito al mediodía y terminé cuando oscureció. -¿Qué fue lo que más te conmovió de todo lo que viste? -Un hombre grande vino y me abrazó. Le tocaba los huesos. Y se hizo chiquitito, chiquitito... Esperó el cariño. En ese momento cerré los ojos y sentí cómo se materializaba la soledad. La necesidad del prójimo. No de la bolsa de harina. Esa era la soledad que vino a ponerse entre mis brazos. Con eso sonrió... fue una cosa tremenda. Muy duro todo... Más allá de que las casas son nichos: huecos que hacen entre una maleza llena de espinillos, y ahí adentro hacen como una cueva y con bolsas de residuos se tapan. En una de esas chozas vivían 19. Uno de esos días los médicos nos dicen: por más que los curemos y les demos todas las vacunas, si siguen durmiendo en el piso no hay cuerpo que aguante, porque estos gusanos, estos bichos se les meten igual. Hay que ir por las casas. Ahí fue cuando recibí un llamado de Alicia Kirchner, y me dijo: "Al final te fuiste". -¿Vos habías ido a pedirle ayuda antes de irte? -Sí. Y Alicia me había dicho: "Nosotros estamos trabajando en El Impenetrable, pero en este momento tenemos una delegación levantando el pueblo Nueva Pompeya, que estaba en condiciones deplorables y tenemos planes por año... a esta comunidad no le toca". Entonces fui yo. Cuando me llamó me dijo: "Ahora yo quiero sumar. Así que te pido que me vengas a ver ni bien llegues a Buenos Aires". Fui, le conté de esta realidad tremenda y le dije que necesitábamos las casas. Y me dijo: "Bueno, vamos a hacerlas". Entonces ahora voy a ir de nuevo, con mis 20 colaboradores y una delegación del Gobierno: sociólogos y geólogos para ver que la tierra esté en condiciones, y vamos a hacer censos. Ya hablé con la cacique y está de acuerdo, pero hay que hablar con todos. Tienen miedo, ya los utilizaron... les hicieron documentos en una oportunidad y los encerraron en un chiquero durante una semana para que "votaran". Por eso vamos nosotros, que somos amigos. No es que vamos a mandar albañiles para las casas... ellos quieren trabajar. Se les va a llevar los materiales y creo que va a ir gente para instruirlos. -¿Qué evaluación hacés del papel del Estado en todo esto? -Creo que no se le puede echar encima a este Estado el problema de 500 años. Pero que tienen tomar partido por esta gente que se les muere, que se les está extinguiendo. Tiene que haber prioridades. Pero también pienso que en el mundo están cambiando las formas. Así como en la música el disco está dejando de existir, creo que en la tarea de salvar el mundo tienen que cambiar las formas y que tiene que ser de abajo hacia arriba y no de arriba hacia abajo. Creo que cualquiera es capaz de movilizar energía para cambiar esta realidad, aunque sea en su entorno. Con pequeños gestos. -¿Qué te dejó toda esta experiencia? -A mí me fortaleció de una manera impresionante ver que esta gente, a pesar de todo, me recibía con tanta alegría, que la queja fuera tan pequeña… ¡Tendrían que estar acostándose en las rutas, haciendo una pueblada! Y no: rezan. Piden que no los abandonen. Contacto Sitio oficial: www.patriciasosa.com
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