Jose VasconÇelos
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La Villa 21, la calle del 'Cartucho' de Buenos Aires
Foto: Palito Haliasz
Los muchachos sin hogar roban para poder comprar su dosis de 'paco' en las calles porteñas.
Allí, donde los jóvenes consumen sus vidas con el 'paco', taxis y ambulancias se niegan a entrar. Gran parte de la sociedad ni siquiera se anima a husmear o dice temerle hasta pedir su erradicación.
Para llegar al límite este de este barrio de seis hectáreas hay que caminar los últimos 300 metros desde la Avenida Vélez Sársfield. La que desemboca, cuatro kilómetros al norte, en el Congreso Nacional. Allí, en cuya puerta decenas de argentinos duermen sus miserias cada noche, se muestra cómo la pobreza acaba con cualquier distancia.
Ya en los últimos metros del asfalto que marcan el comienzo de la Villa 21, un joven, de no más de 22 años, podría fungir como guardia de ingreso a uno de los barrios marginales más importantes de la capital argentina. No puede responder pregunta alguna. Sus harapos y su mirada ausente, dicen que lleva meses sin asearse y días, o tal vez semanas, sin saber casi cómo se llama.
Es uno de los más de 130 jóvenes de ese barrio y 680 en el resto de los barrios marginales de la ciudad en "situación de pasillo", una nueva valoración sociológica para determinar a las víctimas del 'paco', "la droga de los pobres". Tal vez el único producto surgido de la marginalidad social que ya comienza a ganar adictos en las capas altas de la población.
La 21 o el Barrio Zabaleta bien podría ser una sucursal de la muy bogotana y desaparecida calle del Cartucho. Está habitada por más de 40 mil personas, la mayoría de origen paraguayo, que cada día luchan por garantizarse los servicios mínimos. En los últimos años estas calles, donde la voluntad le gana a la lógica arquitectónica, se vieron atravesadas por la delincuencia y la violencia, con un crecimiento exponencial de armas de fuego.
Juan Florentín, de 56 años, trata de explicar los motivos: "Acá somos todos gente de trabajo o que vive de los planes sociales. Nunca como ahora fue tan peligroso. Te roban o te acuchillan para sacarte dos pesos y comprarse dos dosis de esa mierda".
El 'paco' (trágica sigla de pasta de cocaína)
"Esa mierda" es el 'paco' (trágica sigla de pasta de cocaína), cuya dosis no supera los 30 centavos de dólar en algunas de las 320 bocas de expendio que existen, según las autoridades, en el sur de la ciudad, incluyendo la 21. Para su elaboración no se necesitan laboratorios. Se consigue a través de la maceración de hojas de coca, mezcladas con parafina o solventes. Para aumentar su rendimiento se le suele agregar ácidos convencionales o vidrio molido y se lo consume por vía nasal o en cigarros.
Los efectos son devastadores. Trastornos cerebrales como la inhabilitación permanente de los centros nerviosos, la pérdida de reflejos, de motricidad y de memoria son las patologías más comunes entre los adictos, explica Alicia Romero, de la red Madres Contra el Paco, quien sufrió el flagelo en carne propia por la adicción de su hijo y pide al Estado que actúe: "Al menos que termine con la complicidad entre narcos y policías", acota.
Suelen ser pocos los hábitos de los arrabales adaptados por las clases altas. El paco podría llegar a ser una excepción si se toma en cuenta el dramático testimonio de Hugo Ropero, ex jefe de fotografía de Editorial Perfil, en su libro "Maldita Droga". Allí cuenta cómo cayó y logró recuperarse de la adicción a esa sustancia que "ya se metió en la clase media y en las fiestas de los barrios exclusivos".
Según un informe de las Naciones Unidas, en la Argentina el consumo de este tipo de drogas baratas aumentó más de un 200 por ciento en los últimos seis años. Y en lo que a la Villa 21 respecta "ese porcentaje es superior", sostiene el sacerdote José Di Paola, coordinador del Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia.
Imparable favelización
En el trayecto hasta la parroquia Nuestra Señora de Caacupé, son varios los menores en "situación de pasillo" a lo largo de la calle Osvaldo Cruz. Abandonados, hacinados, sometidos a una suerte de imparable favelización.
En su humilde despacho, custodiado por las fotos de la Madre Teresa de Calcuta y Antonio 'El turco' Mohamed, el ídolo del Huracán de sus pasiones futbolísticas, "el padre Di Paola sostiene que "la pobreza en la zona fue mayor durante la crisis del 2001. Después, todo aminoró, pero desde hace un año y medio vuelven a notarse los problemas económicos en las familias y el crecimiento consumo del paco".
El padre 'Pepe', como se le conoce desde que llegó al barrio, hace 13 años, estuvo al frente de un informe pastoral de los Curas villeros, en donde se afirmó que en las villas (barrios marginales) "la droga está legalizada de hecho". Justo cuando desde el gobierno se estudia la legalización de la marihuana, el informe causó estupor y 'Pepe', de 48 años, sufrió reiteradas amenazas de muerte. No sólo su denuncia, sino también la acción de su parroquia a favor de los jóvenes en "situación de pasillo" lo convirtieron en el blanco de las intimidaciones.
"El desamparo de vivir sin techo, combinado con una evolución muy negativa de la adicción, donde esos chicos no pueden vivir con su familia porque el consumo crónico los torna muy violentos, los lleva a refugiarse en un lugar que sea menos hostil que las calles porteñas. En su condición de consumidores crónicos es acá, en las villas, donde encuentran mayor solidaridad de los vecinos que en las calles de la ciudad, donde se los trata como irrecuperables", asegura el sacerdote.
"Nadie, ni la sociedad, ni las autoridades, quieren ver el trasfondo del problema. No es sólo un problema de la villa, sino de todos, pero parece que nadie quisiera verlo. Se está hipotecando el futuro pero nadie parece advertirlo", se queja 'Pepe'.
Será porque a la Villa 21 y a otros barrios semejantes los taxis y las ambulancias se niegan a entrar. Dicen que por miedo. Ya sea por la violencia o para no ver la realidad. Como si nadie quisiera mirar por las rendijas de sus propias miserias.
JOSÉ VALESCORRESPONSAL DE EL TIEMPO
BUENOS AIRES

2 comentarios:
En Monte Grande tenemos la misma situación que esta a la vista las 24 hs sobre la calle Zuviria, grupos de jovenes fumando paco, robando y prostituyendose a toda hora.
Lamentable y a la luz de la mirada de cualquier funcionario, que indudablemente, nada hacen, poco trabajan
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