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9.3.08

Elementos de Ciencia Política

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Sobre la Ciencia Política

La ciencia política o politología es la disciplina científica social que tiene
como objeto de estudio a la práctica política en una sociedad. Norberto Bobbio
indica que el concepto ciencia política puede ser usado en un sentido amplio
para hacer referencia a “cualquier estudio de los fenómenos y estructuras
políticas, conducido con sistematicidad y con rigor, apoyado en un amplio y
agudo examen de los hechos, expuestos con argumentos racionales”.


En este sentido, la ciencia política se circunscribe a toda expresión del pensamiento
o estudio que fuese metódico y fundado acerca de los hechos, actividades o
procesos denominados políticos. Pero Bobbio también señala que aquel concepto
puede ser utilizado en un sentido restringido para denotar estudios de
carácter estrictamente científicos empíricos.

“Ciencia política en sentido estricto y técnico designa a la “ciencia
empírica de la política”, o a la “ciencia de la política” conducida según la
metodología de la ciencia empírica más desarrollada, como en el caso de
física, de la biología, etc. Cuando hoy se habla de desarrollo de la ciencia
política se hace referencia a las tentativas orientadas, con mayor o menor
éxito pero que intentan obtener una gradual acumulación de resultados, a
promover el estudio de la política hasta alcanzar el nivel de la ciencia empírica
(rigurosamente entendida).”

Bobbio, Norberto, “Ciencia política”, en: Bobbio, Norberto, Matteucci,
Nicola y Pasquino, Gianfranco, Diccionario de política, Siglo Veintiuno
Editores, México, 1993, tomo I, p. 218.


Para evitar ciertas imprecisiones conceptuales, se podría denominar al
primer tipo de abordaje general como pensamiento o estudios políticos y reservar
el concepto de ciencia política para aquellos abordajes estrictamente
científicos de la política.

Pues bien, bajo esta perspectiva, la ciencia política configura un saber
orientado a describir e interpretar la realidad política, más que a prescribir lo
que “debe ser” en el marco de estudios deontológicos, lo que, en verdad, es
objeto de la filosofía política.

Es también Bobbio quien establece una clara distinción entre estas dos
formas de abordaje de la política. La ciencia política configura una modalidad
de investigación de la vida política que debe satisfacer tres condiciones básicas,
a saber, “a) el principio de verificación o de falsificación como criterio
de la aceptabilidad de sus resultados; b) el uso de técnicas de la razón que
permitan dar una explicación causal en sentido fuerte o débil del episodio investigado;
c) la abstención o la abstinencia de los juicios de valor”.


La filosofía política, por su parte, comprende tres tipos de indagaciones, esto es, “a) de
la mejor forma de gobierno o de la perfecta república; b) del fundamento del
Estado o del poder político, con la consiguiente justificación (o injustificación)
de la obligación política; c) de la esencia de la categoría del político, o de la politicidad,
con la prevalente polémica sobre la diferencia entre ética y política”.

“La filosofía política como búsqueda del fundamento último del poder,
no explica el fenómeno del poder, sino que trata de justificarlo, operación
que tiene por meta calificar un comportamiento como lícito o ilícito, lo que
no se puede hacer sin recurrir a valores; como búsqueda de la esencia de la
política se sustrae de toda verificación o falsificación empírica, puesto que
lo que se denomina pretenciosamente esencia de la política, es el resultado
de una definición nominal y, como tal, no es ni verdadera ni falsa.”

Bobbio, Norberto, Estado, gobierno, sociedad. Contribución a una teoría
general de la política, Plaza & Janes Editores, Barcelona, 1987, pp. 59 y 60.


Por su parte, la conformación y evolución histórica de la ciencia política
configura una realidad compleja, tanto desde el punto de vista conceptual y
teórico como desde la propia labor científica al respecto. Gianfranco Pasquino
nos recuerda que dicha complejidad responde básicamente a dos razones.
Por un lado, la historia de la ciencia política y la de los politólogos se
entrelaza con las de otras disciplinas y campos del conocimiento como la filosofía
política y social, la historia de las doctrinas e ideas políticas, el derecho
constitucional, la sociología y la sociología política, en particular.

Por el otro lado, la evolución de la ciencia política ha estado directamente vinculada
tanto a la definición y redefinición de su objeto de estudio, esto es, la política,
como a las sucesivas reformulaciones llevadas a cabo en el plano del
método científico (Pasquino, 1995).

En un sentido general, la historia de la ciencia política es también el reflejo
del desarrollo de un extendido camino iniciado con Aristóteles, reforzado
por Maquiavelo y los contractualistas y que desembocó en la conformación
de la disciplina abocada a los estudios científicos de la política. Como
se verá seguidamente, el desenvolvimiento del pensamiento político occidental
en gran medida giró en torno tanto de la delimitación de su propio objeto
como de los problemas y dilemas metodológicos que se fueron sucediendo
en el campo del conocimiento científico y del pensamiento especulativo. Su
despliegue histórico expresó continuamente los avatares ontológicos y metodológicos
que se fueron dando en la intersección entre política y ciencia, entre
poder y especulación filosófica.

En este sentido, según Miquel Caminal Badia, en la “prehistoria de la ciencia
política” hubo dos rupturas esenciales, a saber, (i) la que diferenció y separó
al pensamiento político clásico, propiamente filosófico y teológico, del
pensamiento político moderno iniciado con Maquiavelo y que tomó al poder y
al Estado como objeto de sus reflexiones independientemente de sus fundamentos
morales; y (ii) aquélla que, dentro del marco de la etapa moderna, diferenció
y separó al pensamiento político de la ciencia política propiamente
dicha. Este último quiebre, además, estuvo básicamente condicionado por el
contexto social y político en el que se produjo a fines del siglo pasado y comienzos
de éste, escenario que estuvo signado por la separación entre
Estado y ciencia y, más específicamente, por la democratización de aquél
bajo la égida del liberalismo político occidental, como claramente lo señala
el citado autor.

“El pensamiento político adquiere autonomía en la medida que se desprende
de su condicionante filosófico y teológico. La política ya no forma
parte de la filosofía, de la teología o, incluso, de la moral. Se hace independiente
en la medida que la sociedad moderna se fundamenta en la
laicidad y la individualidad, y se organiza fundándose en el principio de
la razón [...]. La politología, al igual que la economía y la sociología, no
nace y se desarrolla como ciencia hasta que no consigue acotar su objeto
y, en cierta medida, distanciarse del Estado [...]. La aparición y desarrollo
de la politología como ciencia social se ha producido en mayor medida
cuando el Estado liberal ha avanzado hacia formas liberal-democráticas.
La razón es muy simple: la política, y su análisis como objeto de estudio,
tiene un carácter radicalmente distinto cuando la inmensa mayoría
de sus miembros están formalmente excluidos de toda acción política y,
por supuesto, no se les reconoce opinión en relación al gobierno [...]. En
la medida que aparecen y se amplían las libertades positivas la política se
hace presente en la sociedad civil. Se reconoce y se regula su existencia.
El Estado ya no es la única institución pública porque las libertades públicas
extienden el ámbito de la política al conjunto de la sociedad.

Los partidos políticos y el sufragio universal constituyen la máxima expresión
de este cambio que creará las condiciones materiales para la delimitación
de un campo de investigación que desborda el mundo del Estado para introducirse
en la sociedad civil. La democratización del Estado liberal crea
las siguientes condiciones para el nacimiento y desarrollo de la ciencia
política: 1) la ampliación del derecho de participación política y el reconocimiento
del sufragio universal masculino con independencia de la
condición social; 2) el reconocimiento del pluralismo político y de la posibilidad
de impulsar, canalizar y organizar concepciones políticas distintas
con igual legitimidad para acceder al gobierno del Estado; 3) la integración
de las clases sociales en el sistema político poniendo fin a la exclusión
política de la clase obrera; 4) la configuración del Estado como
sistema político cuyos actores fundamentales son los partidos políticos.


El poder, el Estado o, incluso, el gobierno ya no ocupan todo el espacio
del análisis político y ceden una parte del mismo a la organización y funcionamiento
del sistema político, que cobrará mayor importancia en el
transcurso del tiempo y en relación directa al proceso de democratización.
Cuando la política ya no es actividad exclusiva de unos pocos,
cuando se generaliza y se hace anónima en decisiones tan trascendentes
como la elección de los gobernantes, surge la necesidad de estudiarla de
manera distinta: haciendo uso, como en la sociología y la economía, del
método empírico y las técnicas estadísticas.

No se trata ya de preguntarse
solamente sobre el gobierno justo, ni de proponer o explicar teorías
normativas generales sobre el Estado y el gobierno, sino de estudiar, también,
el proceso político, las instituciones, la administración y el sistema
político como un conjunto cohesionado.”

Caminal Badia, Miquel, “La política como ciencia”, en: Caminal Badia,
Miquel (coord.), Manual de ciencia política, Tecnos, Madrid, 1996, pp. 21-23.


Fuente: Elementos de Ciencia Política
Marcelo Sain

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