De..... letras, escritores y poder

Carlos Fuentes

"Las letras hacen más que el poder"

Carlos Fuentes repasa las fotos de tiempos idos que cuelgan de las paredes del pasillo del primer piso del hotel Alvear. Se acerca a los cuadros, entrecierra los ojos y reflexiona, mientras extiende la mano para saludar al cronista : ¡Qué épocas aquellas de los té danzantes... de Mirtha Legrand en Los martes orquídeas...!

Parece un hombre nostálgico, pero, sin embargo, se exalta con conocimiento de causa ante el episodio de la semana que tiene al rey de España, Juan Carlos I de Borbón, y al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, como protagonistas. Y dice con enjundia: "Atacar al rey es una grosería de un hombre perturbado". En esa postura se ve a un Fuentes intenso. Tanto como cuando habla de literatura. Golpea duro cuando dice que "con la literatura se hace más que con el poder" o que "una sociedad sin imaginación y lenguaje es absurda o totalitaria". No pierde de vista, claro, el motivo de su enésima estada en Buenos Aires: presentar la Biblioteca Carlos Fuentes, que en 2008 presentará Alfaguara; dialogar sobre Obras reunidas, que edita el foro de Cultura Económica y, en definitiva, hablar de la literatura fantástica –que su libro de Relatos naturales y Relatos sobrenaturales, también de Alfaguara–, lo hace disfrutar como un recién iniciado. -¿Qué opina del entredicho entre el rey Juan Carlos y Chávez en la Cumbre Iberoamericana, en Chile? -Me pareció que ya era tiempo que alguien perdiera la paciencia con Chávez. Y qué bueno que fue el rey ante una arremetida grosera de este personaje burdo, prepotente, ignorante que se llama Hugo Chávez. Alguien tenía que decirle ¡basta, párate!. Hoy está acusando al rey de complotar para su caída. Eso es ignorar que el rey Juan Carlos condujo la transición del franquismo a la democracia. Que se enfrentó al golpe militar de Tejero, que mantuvo la institucionalidad y el respeto a las instituciones democráticas de una manera puntual. Atacarlo de esa manera es un grosería más de ese hombre perturbado que se llama Chávez. -Sin embargo Chávez y Bush mantienen un contrapunto ideológico que parece ser definitivo... (interrumpe) ...pero económicamente se llevan a toda madre, como se dice en México. Chávez depende de venderle petróleo a los Estados Unidos, los Estados Unidos de comprarle petróleo a Venezuela y esa relación está intacta. Lo demás es retórica, es bla, bla, bla. -Dice que es una puesta en escena. -Pues es una puesta en escena e-vi-den-te. Sobre todo de parte de Chávez que está llenando un vacío muy importante, esto hay que decirlo, que después de la era de las dictaduras represivas en América latina hemos creado sistemas democráticos, instituciones democráticas pero la mayoría de los latinoamericanos vive en la miseria. Vivan los congresos, los parlamentos, viva la prensa independiente, vivan las elecciones, viva todo, pero el asunto es cómo. Y si no se resuelve ese problema social, y pronto, de parte de las democracias, las democracias van a tener graves problemas. Y se va a dar pávulo a los demagogos tiempo Chávez y sus discípulos. La promesa social de la democracia no está cumplida, hay que acelerarlo... Yo le pediría a las democracias de nuestra región que presten atención multiplicada al 50 por ciento de nuestra gente que vive en grados diversos de pobreza. Hay que dar trabajo, educación, educación y más educación que es la mejor garantía de desarrollo. Se está haciendo, pero no se hace bastante. -Los gobiernos populistas en general... -(interrumpe otra vez) ...usted los llama populistas, yo los llamo fascistas. -¿Al de Chávez, por ejemplo? -Es un gobierno fascita típico: su organización, su retórica, sus propósitos, sus uniformes, sus balcones, todo. Es mussolineano, él es un Mussolini venezolano. -Lo que le quería decir es que lo primero que hacen muchos gobiernos cuando llegan al poder es hablar de redistribución de la riqueza, y muchas veces se van del poder sin resultados favorables en ese sentido, y lo que más ocurrió es que se le pone el pie encima a la educación, para no dejar crecer. -Es que sin educación no vamos a tener democracia ni prosperidad en América latina. El gobierno de Chávez donde se roba dinero a manos llenas y que tiene el barril de petróleo a casi cien dólares muestra que dentro de Venezuela no favorece a la mayoría. Trae regalos de aquí y de allá, pero sin respaldo sólido. Claro que los partidos políticos está totalmente desacreditados, que no hay una opción... es un tema muy complicado. Lo que no se vale es ir a Chile a insultar a don Juan Carlos, que fue una garantía para el desarrollo democrático de España y que nunca tuvo injerencia en la política nacional de Venezuela. -¿Cree que con Evo Morales podría pasar lo mismo? -No lo sé. Hay un momento de gran bonanza en el precio del petróleo que el da un poder a Chávez y no sería el mismo sin esa bonanza. El gobierno de Morales es un gobierno popular, elegido legítimamente, el gobierno de Correa también. No creo que se contenten, a la larga, con ser vistos como marionetas de Hugo Chávez. -De todos modos el liderazgo de América latina parece pasar por otros países. -América latina no es jauja. Nos estamos quedando muy atrás. Siempre estuvimos atrás de Europa y los Estados Unidos. Como decía Alfonso Reyes llegamos siempre tarde al banquete de la civilización, pero ahora hay un desafío que viene del Pacífico: de China, de Japón, de la India, de Rusia, ¿nos vamos a poner a la saga de eso, vamos a ser el furgón de cola también? -¿Qué hay que hacer para evitar eso? -Tiene que organizar su propia casa, tiene que extender los beneficios de su economía a las mayorías, tiene que crear instituciones sólidas, democráticas, resistentes. Tenemos una gran tarea por delante. Estamos en un paso bueno, pero lento. Hay que acelerarlo. Para eso necesitamos gobernantes, pero también sociedades civiles cada vez más fuertes y una extensión de la educación. Ojalá que la política y la economía de América latina lleguen a tener la continuidad que tuvo la cultura, que señala la posibilidad de tener una continuidad creativa, imaginativa, humanista de parte de los latinoamericanos. -¿Cómo ve la situación en la Argentina? Tengo un enorme cariño por la Argentina, yo crecí aquí cuando tenía 15 o 16 años. Le tengo un intenso amor a este país, y cada vez que vengo me siento muy, muy contento. -¿Pero lo ve crecer? Sí, creo que está superando problemas poco a poco. -A usted le interesa por igual la política que la literatura... ¡De ninguna manera! No, le decido el diez por ciento a mi tiempo al periodismo y el noventa por ciento escribo. Lo que pasa que escribir es un acto muy solitario y se necesita estar en contacto con los demás... Los libros no se escriben en comités. -¿A esta altura de su carrera, recopilar o cuentos fantásticos es darse un gusto? Sí, porque muchos de estos cuentos aparecieron en ediciones muy limitadas en México, una colección que dirigía Juan José Arreola que se llamaba Los presentes y no habian aparecido otra vez. Tenía cuentos que no había publicado, no es que junté cosas muy viejas, cosas muy recientes en dos volumenes uno que tiene la orientación fantástica y el otro la realista, aunque la fantasía es parte de la realidad. -¿Qué se necesita para que un cuento fantástico no sea disparatado sino que sea sólo fantástico? -Tiene que tener una lógica interna, fiel a sí mismo. No puede irse a otro lugar que no sea ese mismo cuento. El cuento fantástico es muy exigente en el sentido de formalidad interna. Se puede decir lo que se quiera con tal de que sea creíble por más increíble que resulte. Tiene que ser creíble literariamente. -Le parece que la critica trató a la literatura fantástica como un género menor? -Sí, lo cual es absurdo porque está Edgar Alan Poe que juntamente con Hoffman, el fundador de la ficción norteamericana. Y qué manera de fundar una ficción en este mundo del optimismo beato de los Estados Unidos yo les presento los fantasmas, los brujos, el horror, la noche. -¿Lo considera una injusticia? sí, sí, claro... ¿dónde pone a Borges, entonces...? Borges no hizo una novela y escribió cuentos más bien de tipo fantástico y es uno de los más grandes escritores de América latina. A Poe ya lo nombré pero puedo sumar a Montpassant y a Hemingway, lo mejor de Hemingway son sus cuentos más que sus novelas. De manera que no entiendo por qué la crítica pueda decir que la literatura fantástica es un género menor, no estoy de acuerdo. -Hace poco Paul Auster dijo, en una conversación con Tomás Eloy Martínez, que Borges era un escritor de primera línea, pero menor... -Yo le quitaría el menor. Diría de primera línea. Punto. -La mayoría de los escritores se ve forzada en el último tiempo a dar su testimonio personal, muchas veces políticos -No necesariamente. Yo creo que ya el uso de las armas propias de la literatura que son la imaginación y el lenguaje ya es una declaración política, porque una sociedad sin imaginación y lenguaje es una sociedad absurda o totalitaria. Generalmente en las sociedades nuestras –capitalistas, semicapitalistas, en desarrollo o como quiera llamarlas–, la literatura no es muy apreciada, es un oficio secundario, dispensable, pero deje usted que llegue un régimen totalitario y lo primero que hace es prohibir libros, quemar libros, exiliar escritores, matar escritores. Entonces, ¿se necesita un dictador para decirnos que la literatura es importante, para decirnos que cumple una función diaria? No vale la pena hacer de esto una proclama, pero yo creo que sin imaginación y sin lenguaje una sociedad no tiene rumbo. Es lo que proporciona el escritor, después viene lo demás, y añado, tener una posición política. Pero eso ya es cuestión de las obligaciones ciudadanaes del escritor, puede o no tener una posición política porque ya cumplió una función social escribiendo; luego se puede estar en favor o en contra o militar políticamente. -Sergio Ramírez, que hace poco estuvo en Buenos Aires, sostiene que los gobiernos opresivos ofrecen muchos argumentos para los escritores, quizás muchos más que los tiempos democráticos... -Es un alto precio. Un altísimo precio. Philip Rot decía una cosa divertida: en un Estado totalitario al escritor lo llevan al campo de concentración, en un Estado democrático lo llevan a un estudio de televisión. Esa es la diferencia. Y yo prefieron que me lleven al estudio de televisión. -¿Hasta qué punto cree que es necesario el compromiso de la intelectualidad con los gobiernos? -No creo que tenga que haber ningún compromiso con los gobiernos, hay que ser críticos con los gobiernos, cualesquiera que sean. Más con unos que con otros, pero más vale la función tiene que ser de crítica y no de aplauso. -¿Cree que el poder aleja a los gobernantes de la gente? -¡Mucho! El poder crea un círculo cerrado, de hierro, en el que el gobernante acaba por no enterarse de nada de lo que pasa. ¿Usted cree que Bush sabe lo que pasa en el mundo o en los Estados Unidos? Se ha creado un círculo de hierro en la Casa Blanca en el que sólo oye a Cheney [Dick, vicepresidente norteamericano] y a la gente que piensa como él. Eso es básicamente el defecto de un gobierno que se cierra; mantener la apertura es muy difícil, pero un gobierno sabio mantiene una apertura hacia la opinión, hacia la gente, a lo que se dice y se piensa. Si no se cierra sobre sí mismo y ocurre el desastre de Irak, por ejemplo, que es el resultado de un autoengaño supremo del gobierno de los Estados Unidos. -¿Eso que usted describe del gobierno de Bush es lo que se podría decir de un gobierno totalitario? -Sí, nada más que el señor Bush se va a ira su casa y el gobierno totalitario se queda para siempre; ésa es la diferencia. Está sometido a las reglas de la democracia, que son las elecciones. -Pero alguna vez los intelectuales se ven seducidos por el poder y tienen la debilidad de acercarse... -...claro que sí. Es muy seductor el poder. Tienen la ilusión de que se pueden hacer las cosas que no se pueden hacer con la literatura y es falso. Se hace más con la literatura que con el poder: literatura queda y el poder se va. -¿Qué opinión le merecen los gobiernos familiares? -¿Qué es eso? -Lo que va a pasar en breve en la Argentina: que la esposa del Presdiente fue elegida para sucederlo. -¡Ah!, mire aquí decide la ciudadanía. Creo que este es un país libre y democrático y si la gente no quisiera elegir a la señora Kirchner no la eligiría. Es un proceso democrático, válido. Fue elegida por el voto popular.